Recuperar la vida en su estado más elemental. Prestar atención a mundos pequeños, sembrar, dejar que crezcan. Crecer con ellos. Percibir no sólo el impacto elegante de la flor, sino encontrar la belleza que encierran hojas, nervaduras y tallo.
Hay plantas cultivadas y otras que crecieron espontáneamente, como el yuyo, la expresión máxima de la rebeldía y persistencia. Pasar por las plantas que duelen y pinchan, las que perfuman, las que embellecen, las que no dicen nada, las que tienen nombres botánicos, las anónimas.
Comprender ese mundo marcado por la luz, reconocer y agradecer lo dado, lo más básico.
El Oxígeno.
Matiana Behrends
Fotografía digital toma directa - 42x30 cm















